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EL CARNAVAL!!!!!!!!!!!!

EL CARNAVAL!!!!!!!!!!!!

Un carnaval es una celebración pública que tiene lugar inmediatamente antes de la cuaresma cristiana, con fecha variable (desde finales de enero hasta principios de marzo según el año), y que combina algunos elementos como disfraces, desfiles, y fiestas en la calle. Por extensión se llaman así algunas fiestas similares en cualquier época del año. A pesar de las grandes diferencias que su celebración presenta en el mundo, su característica común es la de ser un período de permisividad y cierto descontrol.

El carnaval está asociado principalmente con el catolicismo, y en menor medida con los cristianos ortodoxos orientales; las culturas protestantes usualmente no celebran el carnaval o tienen tradiciones modificadas, como el carnaval danés. La celebración del carnaval más grande del mundo es el Carnaval de Brasil y la más larga es el Carnaval de Uruguay, pero muchos otros países tienen importantes celebraciones, como la que se celebra en Italia, en el Carnaval de Venecia.

Los etnólogos encuentran en el carnaval elementos supervivientes de antiguas fiestas y culturas, como la fiesta de invierno (Saturnalia), las celebraciones dionisíacas griegas y romanas (Bacanales), las fiestas andinas prehispánicas y las culturas afroamericanas. Algunos autores consideran que para la sociedad rural, fuertemente estructurada por el cristianismo, el tiempo de «carnestolendas» ofrecía mascaradas rituales de raíz pagana y un lapso de permisividad que se oponía a la represión de la sexualidad y a la severa formalidad litúrgica de la Cuaresma.

EL CARNAVAL DE ISLA CRISTINA

Historia del Carnaval de Isla Cristina
El carnaval de Isla Cristina representa la manifestación festiva más popular, espontánea y arraigada de la localidad. Probablemente se comenzó a celebrar con anterioridad a las Fiestas del Rosario (1789), con lo cual se convertiría además en la más antigua; esto, por ahora, no lo podemos demostrar documentalmente.

Como muy bien dice Biedma Viso, las fiestas del carnaval siguieron celebrándose durante todo el siglo XIX cada vez con mayor relieve y consistencia, alcanzándose su consolidación, como veremos, a mediados del siglo. El apoyo documental imprescindible para sostener semejante afirmación lo hallamos en las ordenanzas y bandos conservados en el Archivo Municipal isleño, dictados con objeto de acotar los desórdenes y actitudes inmorales propios de aquellos días de libertad.

Las primeras noticias acerca del carnaval de Isla Cristina las encontramos en una serie de "prevenciones" o normas que en 1832 dicta Lorenzo Elías como presidente del Ayuntamiento con el fin salvaguardar la inmoralidad general de sus gobernadores. De un total de 18 prevenciones, dos de ellas estaban dedicadas al Carnaval, que por elocuentes transcribiremos:

" 33ª - No se prohíben las máscaras y diversiones racionales en los tres días de carnectolendas autorizadas por el tiempo y la costumbre.

34ª - No se consideran comprendidas en la prevención 33ª a la multitud de prácticas abusivas que ni tienden al placer y desahogo público ni guarden conformidad con la seguridad personal, el decoro popular, la decencia ni las buenas costumbres."

El siguiente documento que en orden cronológico hemos hallado data de 1858 y se trata de un bando de la Alcaldía en el cual se recogen explícitamente las prácticas prohibidas durante el carnaval; éstas eran: vestir trajes de ministros de la religión militares o institucionales, llevar armas y verter aguas fecales sobre los enmascarados. Por otra parte, se permitía la apertura de los establecimientos de bebidas y juegos únicamente hasta el toque de ánimas.

En 1866 y años anteriores la fiesta había tornado mayores magnitudes, ampliándose al fin de semana anterior a los días propios del Carnaval - Lunes, Martes y Miércoles de Ceniza - dilatándose hasta altas horas de la noche. La autoridad local, a la vista de los abusos observados en años anteriores vuelve a emitir un bando en 1867 acotando las carnectolendas a los tres días propios "respetando la antigua costumbre que los autoriza".

Pocos años más tarde, en 1876, se elaboraron las primeras Ordenanzas Municipales de Isla Cristina hasta ahora conocidas. El Carnaval, como no podía ser de otro modo, queda recogida en dichas normas en el capítulo "Festividades Populares", exclusivamente destinado regularlo, como más adelante veremos. Lo verdaderamente interesante de este capítulo es la articulación de las normas y comportamiento en el Teatro. Ello nos permite deducir que por esa época ya se realizaban actividades carnavalescas en el marco del teatro, lo cual supuso un importantísimo ingrediente a la fiesta.

Todos los bandos municipales de los años posteriores a las Ordenanzas de 1876 ( se conservan los de 1881, 1885, 1891, 1892, 1893, 1895, 1898, 1899 ) consistirían, básicamente, en recordar a éstas, sin portar ninguna novedad; habría que hacer una excepción, puesto que 1898, se menciona por primera vez al hoy popular Domingo de Piñata. Por el interés que pudiera tener, transcribimos a continuación el capítulo 4º de las referidas ordenanzas:

Festividades Populares. Artº 15 - Durante el Carnaval se permitía andar por las calles con disfraz y con careta pero solo hasta el anochecer; prohibiéndose el uso de trajes de ministros de la Religión y altos funcionarios de la Milicia y del Estado. Artº 16 - Se prohíbe a los enmascarados llevar armas o espuelas por las calles y a los bailes, aún cuando lo requiera el traje que lleven. Artº 17 - Solo la autoridad y sus dependientes podrán obligar a quitarse la careta a la persona que hubiese cometido alguna falta, no guardándose el decoro correspondiente o causase cualquier disgusto en el público. Art 18º - Nadie podrá dar bailes públicos ni celebrar espectáculos alguno por retribución o sin ella sin permiso de la autoridad competente. Artº 19 - Todas las funciones que tengan lugar en al teatro serán presididas por la autoridad, la cual cuidará por el orden público. (Los artículos siguientes - del 20º al 25º - los omitimos, puesto que únicamente hacen referencia a la compostura del público de la sala, algo novedoso para los isleños). Art 26º - Los que contravinieren a estas disposiciones serán castigados con la multa de cinco a diez pesetas. Isla Cristina a 5 de Junio de 1876. Lo firma el alcalde, José Ferrera Hidalgo.

Los Carnavales de Isla Cristina del siglo XIX, que tan extraños nos resultan y que tan distintos a los de hoy nos pudieran parecer no se han perdido. El espíritu y la esencia del primitivo Carnaval, de la ancestral fiesta de la Libertad que no de la Alegría- se manifiesta en las calles isleñas cada Miércoles de Ceniza. Los rostros cubierto durante la noche (siempre estuvo prohibido), las alusiones eróticas y la desconsideración al decoro y la moralidad han perdurado con el paso del tiempo por encima de todo intento de poner coto.

Estas referencias a nuestro antiguo carnaval, aunque no aporten datos relevantes, sí adquieren importancia debido a la escasez de crónicas de aquella etapa. El primer relato nos lo deja en 1923 un isleño entrado en años que describía en la prensa local unos acontecimientos que le habían sucedido en su niñez: "Corría el año 1863, apenas se podía llamar aldea a lo que hoy se llama Isla Cristina. José y Ana vivían luchando continuamente por su existencia. Él era Patrón, ella tenía bastante lucha con los seis hijos que tenían. La época era mala y la vida difícil, los ingresos no llegaban a cubrir las más perentorias necesidades. Era carnaval y Ana, tomando el único real que encontrara en sus bolsillos, llamó al mayor de sus hijos, un diablillo de ocho años llamado Manuel. Toma, le dijo, corre a la tienda y cómprame una libra de arroz; no tardes que va a venir tu padre y quiero tener la comida lista. Manolillo Flores corrió por las calles arenosas de la Isla y ... llevado del entusiasmo que le ocasionaba el paso y los gritos de las máscaras, ni corto ni perezoso, se acercó al primer tienducho que vió a mano y compró una careta con el real que le había dado su madre. Loco de contento se la colocó y legre, saltó, gritó y brincó en medio de la multitud hasta quedar rendido. El tiempo corría, corría insensiblemente cuando en un momento de reposo, vió acercarse a su madre con el rostro de preocupación por la tardanza de Manolillo. Ana, al verle con la careta, intuyendo que se había gastado el dinero de la comida en la máscara, descargó toda su rabia contra el chiquillo, propinándole tan excelente paliza que Manuel Flores recordaría durante toda su vida cada vez que llegaba el Carnaval.

Años más tarde de la narración de Flores, un autor anónimo nos aporta otro apreciable testimonio de los Carnavales del ultimo tercio del siglo XIX: "Se celebraban las fiestas del Carnaval. Como siempre, el paseo de los Reyes era casi insuficiente para la riada de máscaras que durante los tres días y Domingo de Piñata concurrían a dicho paseo, donde las serpentinas y confeti formaban una tupida alfombra de mil colores. El suelo terrizo no levantaba polvo y en los poyetes de mampostería descansaban los mirones y alguna que otra díscola Colombina con su inseparable pierrot. Por los dos, obstruyendo la libre circulación, infinidad de puestos con caretas, antifaces, paquetes de serpentinas, trompetas y otros artículos indicados para la broma y el disfraz. No recuerdo que este paseo tuviera antiguamente otro cometido más transcendental fuera de las carnestolendas".

Por último rescataremos el testimonio de Francisca Faneca, isleña nacida en 1868 que emigró a Sanlúcar de Barrameda en 1881. En una entrevista recogida por Sosa Rodríguez cuando Francisca contaba con 102 años de edad, ésta manifestaba que su mejor recuerdo de Isla Cristina era el Carnaval vivido en su infancia; tanto era así que todavía recordaba la letra de una murga de la época: "no hay mujeres en el mundo / como la esposa de don Ruperto / que toíto su cuerpo / es contrahecho / tiene un ojo de cristal / y oreja de cera / el brazo izquierdo de goma / y la pierna de madera / tiene la frente adornada / con preciosos rizos negros / pero ¡chiquillo! Está hecho / del bigote de su suegro". Estamos, si los datos de Sosa son correctos, ante la letra de Carnaval más antigua que se conserva, muy probablemente de 1881.

La profunda transformación económica, social y cultural que experimentó Isla Cristina desde los primeros años del siglo XX también tendría gran repercusión sobre el Carnaval, lográndose niveles artísticos y musicales insospechados. Las altas cotas de calidad alcanzadas en las manifestaciones carnavalescas de este siglo dejó en la sombra a las ancestrales celebraciones; sin embargo, no son pocos, como hemos visto, los testimonios documentales y personales que nos recuerdan una época en la que los Carnavales isleños también tuvieron su importancia.

Artículo recogido del periódico "LA HIGUERITA" con fecha del 1 de Enero de 1999 , escrito por Vicente López Márquez.

 

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